Así llegaron nuestros jóvenes, llenos de entusiasmo, recargados en espíritu como dicen ellos después de haber misionado durante diez días en Arauco. Es una alegría de poder recibirlos y de saber que han dispuesto de su tiempo de vacaciones para llevar el evangelio a nuestros hermanos que no tienen la oportunidad de la misa y menos de la liturgia diaria.
A nuestros misioneros, muchas gracias por este servicio que entregan al Señor y a la Iglesia.
Sabemos que en ese tiempo de misiones nos tuvieron presente y nos llevaron con ustedes, así como nosotros también los acompañamos con nuestras oraciones.
A cada uno de ustedes, bienvenidos, y que el Señor los bendiga.
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