Scroller

miércoles, 13 de abril de 2011

REFLEXIÓN

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO JN 11, 1-44

Éste es el séptimo y último milagro de Jesús, según el Evangelio de Juan.

Como en el caso de la samaritana, el diálogo aquí posee una especial riqueza, porque Jesús retoma las palabras dándoles un sentido, una profundidad que va más allá de la comprensiòn escueta, basada en la letra de la ley, a la que los judíos estaban habituados.

Evidentemente, nosotros, hermanos, al igual que Marta, creemos y postulamos que Jesús es el Señor; el que tenía que venir al mundo. No obstante, ¿cómo hacemos vida esta profesión de fe? ¿Es nuestra vida un testimonio de la Verdad en que creemos? ¿Nos esforzamos cada día por desarrollar en nuestras relaciones del diario vivir esa humanidad profunda que tuvo Jesús con su amigo Lázaro, y con todos los que se le acercaban?

La resurrección de Lázaro, pasaje trascendente de la vida pública de Jesús, encierra, además, una lección de vida para nosotros como cristianos y como católicos: Nuestra fe en Cristo ha de iluminarnos en las grandes decisiones y en las motivaciones del día a día. Conducidos por Jesús, no puede haber indecisiones en nuestro actuar. Cuán válido es entonces que, como el Padre Hurado, un santo de nuestro tiempo, nos preguntemos en las diversas encrucijadas que el mundo nos presenta: ¿Qué haría Cristo en mi lugar? Volvamos la mirada una y otra vez a Jesús compartiendo, animando, escuchando, hablando y orando con la familia de Lázaro.Sea en la amistad, entendida como Jesús la entendió -- lloró sinceramente por su amigo entrañable; ¡Cómo lo amaba!, dijeron los fariseos -- en nuestra vida en familia, en nuestro actuar en la comunidad cristiana … ¿Cuántas veces nuestra acción en comunidad está más orientada por intenciones o predicamentos como la vanidad, el deseo de figuración o el afán de dar cauce a pretenciones egoístas y no por el desinteresado amor al prójimo y el apostolado? Es con nuestro testimonio en el colegio, en el trabajo, con nuestra actitud ante el dolor -- el propio y el ajeno -- sabiendo sobrellevar y ayudando a nuestro prójimo a sobrellevar -- sea la enfermedad, sea la estrechez económica, sea la falta de trabajo -- que nos señalaremos como auténticos seguidores de Jesús. Es Su sello y no hay otro.

Por último, después de leer el texto sagrado, ¿qué esperar?, ¿hacia donde ir? Después de todo lo que nos ha tocado vivir, cuando finalmente creamos que ya todo ha pasado, que es imposible cualquier milagro, cuando se “halla muerto Lázaro” en nuestras vidas, cuando nuestro corazón nos recuerde que Jesús vino y va a venir “al cuarto día”, cuando ya todos se reían de nuestra fe, como aquellos fariseos que se reían de Jesús. … cuando estos cuatro días nos parezcan una eternidad … llegará Jesús a socorrernos, a tendernos Su mano. No cerremos entonces nuestro corazón. No permita el Señor que le respondamos:

- “Ya es muy tarde; está muerto”.

- O tal vez: ya es muy tarde; se ha ido.

- ¡Ya es muy tarde!; mi familia se ha separado.

- Ya es muy tarde; estamos en la ruina.

- Ya es muy tarde; a nuestra comunidad no llegan hermanos.

- Ya es muy tarde; mi Iglesia es incomprendida y perseguida.

Todo esto podría pasar dentro de estos 4 días de muerte; mas, el Señor llega, y, nosotros, hombres y mujeres de fe, con nuestras lámparas encendidas a pesar de … , le diremos, como Marta , la hermana de Lázaro, le dijo a Jesús: “Yo sé que aun ahora, Dios te concederá todo lo que le pidas”.

Queridas hermanas y hermanos:

En este tiempo de Cuaresma, tiempo de penitencia y oración, abramos nuestro corazón, como Marta, y, preparemos, pre-gustemos esa resurrección de nuestros dolores, de nuestras angustias, de nuestra vida, para que dentro de pocos días nos alegremos y regocijemos con la Resurrección de Cristo, la Cabeza, y de Su cuerpo, que es nuestra Iglesia y todos nosotros, porque todos somos la Iglesia … la Iglesia de Cristo, Quien nos dirá, como ante su amigo Lázaro: “Yo Soy la Resurrección y la Vida”.”¿No te he dicho que si crees verás la Gloria de Dios?”

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