Comenzamos hoy un nuevo Año Litúrgico, y, el tiempo de Adviento.
Adviento nos habla de la espera en la venida de Cristo: en un primer momento en Belén; que continuamente está viniendo en nuestra vida, y que vendrá al final de los tiempos para dar plenitud a su obra de salvación. La fe razonada nos da una visión nueva de la realidad: nos ayuda a discernir la presencia de Dios, de Cristo en la realidad de la vida, en el hermano, en la sociedad, en la historia.
El Adviento nos abre las puertas del amor de Dios. Por eso, en medio de nuestras dificultades y angustias, se nos ofrece nuevamente, la paz, la unidad, la reconciliación, porque Dios es Padre fiel, que nos ama incondicionalmente.
Jesús nos repite con insistencia: “Vigilad, velad”. Es una clara llamada a despertar de la rutina, a salir de lo de siempre, abriéndonos a la esperanza para avanzar en nuestra vida de fe. Es tiempo de analizar cómo estamos viviendo y dónde está puesta nuestra esperanza: Así nos preparamos para el día en que el Señor venga… en las circunstancias que menos esperamos…
La insistencia de Jesús en la necesidad de estar en vela nos urge a reflexionar en nuestro compromiso como cristiano, expresado en el credo y mirar adelante, porque hay mucho que conquistar todavía en nuestra vida personal y en el discipulado y misión que nos pide
Vigilar significa estar atentos, salir al encuentro del Señor, que quiere entrar en nuestra existencia, para darle sentido total.
Con Jesús en la reconciliación celebremos, especialmente en
Así transformados interiormente, esperaremos la llegada gozosa del Mesías, Jesucristo nuestro Señor.
Recurramos con fervor a la mediación de nuestra Madre:“María de la esperanza, mantén el ritmo de nuestra espera. Esperaste cuando todos vacilaban, el triunfo de Jesús sobre la muerte. Y nosotros esperamos que su vida, anime nuestro mundo hasta el fin de los tiempos”.
Comunicaciones Sagrada Familia
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