Scroller

martes, 8 de mayo de 2012

Grandeza y fragilidad de la vida humana.


Cada vida humana es una maravilla y un gran misterio. El Salmo dice que Dios nos creó un poco inferior a los Ángeles. Es tal la dignidad del ser humano que el mismo Dios entregó a su Hijo amado para rescatarnos de la muerte, del dolor, del pecado. Cada uno de nosotros podemos decir como San Pablo, me amó y se entregó por mí. Que reconfortante vivir sabiendo que Dios nos ama.
La vida humana, además es frágil. Muy frágil. Seis jóvenes estudiantes que optaron por dedicarle lo mejor de su juventud a los más necesitados mueren trágicamente en un accidente de tránsito. Un ejecutivo joven, lleno de vida, casado y con cuatro hijos fallece por inmersión al tratar de prestar ayuda a dos bañistas. Muertes trágicas, por cierto, pero que hacen relucir lo mejor del ser humano: estar al servicio de los demás.
Situaciones como estas hacen reflexionar. Muchos llegan a cuestionar la misma existencia de Dios. Preguntan si Dios es tan bueno ¿por qué permite estas situaciones?, si Dios es omnipotente  ¿por qué acontecen estos hechos? La mayoría, frente al sufrimiento y la muerte del inocente, han llegado a renegar de Dios. El dolor, el sufrimiento y la muerte han sido, son  y serán, el gran enigma de la condición humana, un gran desafío para los cristianos y un aguijón para la teología.
Es evidente que situaciones como estas nos conmueven en lo más profundo y nos genera la impotencia de no poder dar una respuesta adecuada. No la tenemos. Hasta el científico más sofisticado es bien poco lo que puede decir de relevante. Nos duele una juventud truncada. Nos duele que un esposo y padre de familia no esté en medio de su familia. Nos duele al punto que exclamamos con fuerza e impotencia ¿Dios mío, Dios mío por qué nos has abandonado? Sí, he aquí el gran misterio, el gran don del amor de Dios. Repetimos las mismas palabras de Jesús. Porque Él, siendo Dios y hombre, también experimentó la sensación de abandono de parte del Padre. Pero no es abandono, es sólo apariencia de abandono, porque tras la muerte del inocente sigue la resurrección que nos permite volver a encontrarle sentido a la vida, tener esperanza y decir día tras día ¡anunciamos tu muerte, proclamamos tu resurrección,  ven Señor Jesús!
Quienes han perdido a sus seres queridos el Señor les dice no teman soy Yo. No teman. El plan trazado por Dios Padre para Mí, su propio Hijo, es el plan trazado para todos quienes viven en Jesucristo. Esta es nuestra fe y nos gloriamos de ella porque nos da esperanza, renovada alegría y nos impulsa a una vida nueva en Él. La vida de este esposo y padre tuvo sentido. Sí, mucho sentido, nos dejan un legado de heroísmo digno de imitar. Hemos de sentirlo y verlo como un gran regalo de Dios. Breve, claro que si, pero regalo que nos compromete.

+ Fernando Chomali Garib
Arzobispo de Concepción

No hay comentarios: