Queridos hermanos y hermanas, paz y bien en el Señor:
Nos comenzamos a preparar para la venida del Señor, nuestra esperanza, Jesús nuestro gran consuelo. Es él quien nos dice "consolad, consolad a mi pueblo dice el Señor Is 40,11".
El consuelo, nos ha dicho el Papa Benedicto XVI, no se ha de entender como
simple confortación, sino sobre todo “como exhortación a no dejarse vencer por
las tribulaciones y las dificultades”.
Es una invitación a vivir todas las situaciones unidos a Cristo, que carga
sobre sí todo el sufrimiento y el pecado del mundo para llevar luz, esperanza y
redención. Así nos hace capaces de consolar a quienes se encuentran en cualquier clase de aflicción. La
unión profunda con Cristo en la oración, la eucaristía, alimentandonos con su palabra y la confianza en su presencia nos
hacen estar dispuestos a compartir los sufrimientos de los hermanos.
“Nuestra vida y nuestro camino cristiano -ha
continuado el Pontífice- están marcados a menudo por dificultades,
incomprensiones, sufrimientos. Todos lo sabemos. En la relación fiel con el
Señor, en la oración constante, diaria, podemos sentir concretamente el consuelo
que viene de Dios. Esto refuerza nuestra fe, porque nos hace experimentar de
modo concreto el 'sí' de Dios al hombre en Cristo, la fidelidad de su amor, que llega
hasta el don de su Hijo en la cruz”.
El tiempo de adviento es un tiempo de preparación, personal, comunitario, familiar, laboral, eclesial, es un tiempo de consolación, pues, Dios es siempre fiel Josue 14,6-14.
Que tengan una muy buena semana...
No hay comentarios:
Publicar un comentario