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domingo, 17 de abril de 2011

DOMINGO DE LA PASIÓN DEL SEÑOR.

Este domingo es el que inaugura la Semana Mayor del cristianismo, donde reviviremos el Misterio Central de nuestra fe: Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

Con el Domingo de Ramos se inicia la Semana Santa, para la cual nos hemos estado preparando durante la Cuaresma: 40 días de oración, reflexión y penitencia, necesarios para seguir a Jesús en su camino hacia el Calvario, pues "el discípulo no puede ser mayor que el Maestro": Jesús fue tentado en el desierto por Satanás. Si Jesús llevó su cruz con amor y estoica paciencia, nosotros, sus seguidores, hemos de actuar en consonancia, sufriendo con amor y paciencia las adversidades y flaquezas, nuestras y de nuestro prójimo. Más aún, debemos, hoy más que nunca, ser capaces de procurar lograr para nuestra vida, la TRASCENDENCIA que sólo el Evangelio de Jesús puede asignarle.

San Mateo, el publicano, el cobrador de impuestos -- quien dejó todo, poder y dinero, para seguir los caminos del Señor -- será el evangelista que nos acompañe este año en la Pasión del Señor. Nos sitúa en la última cena, donde Judas planea su venta y entrega de Jesús a los judíos; y desde aquí lo debemos acompañar por Getsemaní, el juicio condenatorio, el vía crucis, hasta detenernos ante el Santo Sepulcro.

Particularmente en este tiempo que estamos viviendo, es necesario ser dóciles y humildes para seguir las recomendaciones y enseñanzas del Maestro desde el inicio en el camino de la Pasión; “todos ustedes caerán esta noche” (Mt 26, 31), pero no es para temer, sino para que nos detengamos y escudriñemos nuestro entorno y nuestra circunstancia.

¿No es acaso demasiado larga la noche que advierte Jesús? Ciertamente que sí; es la noche de la PRUEBA y de la FIDELIDAD; noche en la que nuestro corazón se turba y desconcierta; como Jesús se turbó y lloró en el Huerto de los Olivos. ¿Cuántas veces nos hemos sentido sobrepasados por ataques a nuestra fe? Pero, no podemos desfallecer porque nosotros no seguimos a débiles mortales; nosotros seguimos a Jesús. Él es nuestro Camino, nuestra Verdad, nuestra Vida. Y Él nos ha dicho: "Yo no he venido a traer la paz, sino la guerra". Pero también nos conforta al señalar: "Vuestra recompensa será grande en el Cielo".

En la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, "muchos de la multitud tendían sus mantos en el camino, otros cortaban ramas de los árboles y las extendían por el camino ...y la muchedumbre gritaba:¡Hosanna al Hijo de David!¡ Bendito el que viene en el nombre del Señor!"(Mateo, 21:8-10). Los mismos que después vociferarían: "¡Crucifícale, crucifícale!".¿No nos sucede también a nosotros, que con frecuencia caemos en vergonzosos renuncios?

Como el apóstol Pedro que niega al Maestro por tercera vez y no es capaz de tomar conciencia de que lo ha negado tres veces, así nosotros somos a menudo vencidos por la tentación, porque como decía Pablo, " el espíritu está pronto, pero la carne es débil".

Así es como en más de una ocasión hemos sido sorprendidos aprobando medidas que atentan contra la vida, y, alguien, con razón, nos ha dicho: ¡pero si tú eres católico!

Cuando nuestros hijos no reflejan una caridad fruto de una familia unida: Alguien, con justa razón, nos reprende: - ¡pero si tú eres católico!

Cuando eres jefe de familia y te ven hundido en la droga u otra pasión desordenada: Entonces, alguien nos señala con el dedo, como señalaron los fariseos a Pedro: ¡pero si tú eres católico!, te vimos ¡en tal procesión!, ¡en tal misa!, pero no te vemos viviendo y reflejando lo que dices profesar.

Hermanos y hermanas en la fe: ¿no nos vemos, de algún modo, retratados en la actitud defensiva de Pedro? ¿En la volatilidad de la muchedumbre de Jerusalén? Este es el momento y la circunstancia en que con mayor fuerza debemos vivir y reflejar a Aquél en Quien creemos y esperamos: cuando nuestra Iglesia, cuando nosotros --- todos somos Iglesia --- entra en la Pasión, en el escarnio, en la condena.

Éste puede ser un buen medidor para empezar esta Semana Mayor, reconociendo nuestras debilidades y acompañando a Jesús con auténtica y férrea adhesión y compromiso, creyendo firmemente que, como a Pedro, como al buen ladrón,Cristo Resucitado y Glorioso, nos perdonará, nos abrazará, nos da la fuerza para levantarnos, y, nos regalará una vocación, camino a la Suma Felicidad.

Wladimir Gutiérrez

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