La consagración al Sagrado Corazón de Jesús

La consagración no es tan solo la oración o un rezo si bien es cierto nos ayuda a recordar que en ella está implícito un gran acuerdo de intercambios entre Jesús y los devotos de su Sacratísimo corazón; la consagración también puede traducirse a un pacto como el que pidió Jesús a su primer apóstol de España, Bernardo de Hoyos y a su sierva Santa Margarita, diciendo:

“Cuida tú de mi honra y de mis cosas, que mi corazón cuidará de ti y de las tuyas”.

Es un pacto de verdadero amor en el que nos ofrece tomarlo sin temor a salir perdiendo con todas nuestras debilidades y en absoluta libertad, sin compromisos que nos ahoguen; quiere amor, generosidad, paz: no zozobras ni apreturas de conciencia.

Para su explicación la dividiremos en dos partes:

- Yo cuidaré de ti y de tus cosas. En absoluta confianza el Sagrado Corazón de Jesús se encargará de todos nuestros asuntos, familia, salud, vida, cuerpo y alma, todo lo ponemos a su disposición dejando que nos conduzca donde quiera llevarnos cediendo a su voluntad sin pedir cuentas o proceder de un modo interesado, aunque en ello se halle dolor será siempre en beneficio de nuestro por venir; pero cuidado! Esto no significa que tengamos que quedarnos quietos sin luchar por lo que podemos hacer por nuestros medios terrenales haciendo todas las diligencias que tu puedas, como si el éxito dependiera sólo de ti. Y después de este trabajo, entregar con humilde confianza: “Corazón de Jesús, hice, según mi flaqueza cuanto pude; lo demás es cosa tuya”.

- Cuida tú de mi honra y de mis cosas” Es poner toda nuestra decisión en amarlo, pues no hay otro interés para él que las almas, quiere “establecer el imperio de su amor en todos los corazones”. Un corazón tocado por en este divino imán será el apóstol que necesita para imantar a otros en tantos modos de trabajar: Oración, Sacrificio, Ocupaciones diarias y la propaganda. Reparando nuestras faltas cuidamos su honor si con esa intención lo hacemos.

¡Anímate y Camina junto al Sagrado corazón de Jesús!, pero no olvides que la cumbre de todo cristiano es la Eucaristía, allí se encuentra nuestro amado Señor, así tampoco dejaremos de lado a su Madre pues en ese corazón está el del Señor ella también te enseñará a amar a Dios, al hijo y al espíritu Santo con su luz y su fuego.

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